Mis malicias de pequeño

Cuando yo era un kindergardiano y pasando por la primaria, era un muchacho tranquilo, incluso soso. Mis maldades eran pocas y tampoco eran graves, en este aspecto no hay nada que resaltar. Pero hubo un momento en que logré superar la barrera de perversidad, contaré la historia de Marisa, una chica que ante su inocencia cayó en una de mis trampas, cosa que, según me dijeron rompió los límites.

Era yo, hace quizás unos siete o seis años, era un pendejito de primaria. Preocupado nada más en los Power Rangers, en la cena y en el Playstation 1. Si no me equivoco era un novato en el mundo de Internet, entrando a las páginas de Nickelodeon o Cartoon Network a jugar los juegos animados (coño, y aunque la mayoría eran estúpidos siempre destacaba el que valía la pena)

Recién tenía mi esperado messenger, me conecté y agregaba cual huevón se me cruzara, Marisa era uno de mis contactos y una de mis amigas habituales. Antes que nada, ella era amiga de mi hermano y se conocieron en un curso de inglés, ella habría de tener unos quince o dieciséis (aunque, imagino que para ese entonces era muy ingenua todavía)

En una de tantas charlas, en la que les contaba mis problemas habituales y mariconerías de niños (y si yo fuera ella, me estaría cagando de la risa de mis comentarios absurdos... no, realmente, ME CAGARÍA DE LA RISA... yo era un malcriado homosexual) se me ocurrió una idea. No sé cuantas veces, pero cuando pequeño soñaba y tenía miedo en mi círculo de inocencia de los ladrones, esos que se meten en la casa, matan a tu padre y te meten un cachazo en el ojo, cosas parecidas; da igual.

Así que inventé la situación en la que ''escuchaba'' unos ruidos extraños cerca de mi casa en ese mismo instante, le conté de mi preocupación y si no mal recuerdo ella estaba entre la curiosidad y la confusión. Entonces le dije que habían entrado algunos ladrones a la casa y que escuchaba gritos o algo parecido, comenté acerca de la situación y ella se estaba preocupando (lógicamente, imagino que se lo creyó de veritas de veritas), yo estaba excitado, le mentía y sentía poder, el mundo estaba bajo mi orden. Llegó un momento en el que le dije que habían atacado a alguien, no me acuerdo quien y que se estaba acercando, ella capaz se imaginaba la escena y yo recuerdo que estaba jugando en la página de Nick mientras le comentaba con mi escaso diccionario de palabras y mi inmensa capacidad para colocar errores ortográficos.

El climax de mi historia comenzó, le dije que los ladrones entraron en mi habitación, escribí lo más rápido que podía y con nervios (aunque ella no lo notaba, pero yo estaba de lleno en la historia). Le conté que me atacaron y hacía mariconadas como estas para agregar más tragedia al asunto: ''adsasasdsñqlmqwsfnWLTQ3I41124Moiwdmas0xkd''... Después creo que me desconecté o se desconectó ella o no se desconectó nadie, pero ella dejó de hablar.

Lloró... o eso me contó su hermana/prima/tía/mascota, me hizo reflexionar sobre mis acciones y lo mal que había hecho, me pasé de la raya pero a día de hoy, sinceramente me alegro de tener experiencias tales para contárselas a ustedes. Esto es como cuando te dan una patada en las bolas y en el momento en el que te retuerces del dolor y tus piernas ceden y se agachan, encuentras un trébol de cuatro hojas en el suelo. Son putadas que a la final saben a dulce de leche.

Se siente genial recordar las escenas poco a poco *se lame los labios*. Después de ese día dejamos de hablar tanto, seguíamos en contacto y no hablábamos del tema, pero, no me imagino a una chica de su edad llorando por mi culpa, teniendo yo menos de diez. Eso me hace pensar: yo nací para ser escritor.

Después de la molestia, muchos años después se olvidó el tema, pero en lo profundo de mi conciencia yo recuerdo la escena, recuerdo la historia con gozo. Que maniaticada, que súper, que calidad, coño.

La expresión de mi cara, en aquel instante.