Hola, este artículo lo escribo para expresar mi enfado:
Todo empezó bien, me paré aproximadamente a las 9:00AM, falté a la escuela porque tenía que salir a otra ciudad a tomar una consulta médica. Me bañé y comí, me conecté un rato porque tenía tiempo de sobra y cuando llegó el momento, me fui de mi casa, apagué la laptop y me monté al carro a una aventura inesperada.
La ciudad está aproximadamente a una hora de viaje, a las diez y media me fui de mi casa y llegué al centro clínico justamente a las doce de la tarde. Antes, habíamos llamado a mi hermana para que solicitase una cita, era terrible, teníamos a veintinueve pacientes por delante. (HIJOS DE PUTA). Mi moral bajó, pero seguía optimista ya que no era la primera vez que tomaba una cita con ese mismo doctor y lo máximo que había esperado eran en total, unos once capítulos de Harry Potter y el príncipe mestizo.
La habitación de espera estaba llena, por lo que había gente que salía de dicha habitación en las escaleras del edificio. Yo personalmente ODIO esperar, LO DETESTO, es más, si tengo una esposa y algún día me lleva de compras, juro que agarraré la muleta de una anciana y la golpearé con ella para salir corriendo. Lo peor, es que parecía una consulta espacial, vi a dos personajes de Star Wars, Jabba, la babosa gigante que es tan gorda que seguramente le pesan los párpados y el ''jeta de burro'' espacial con unos dientes extraños y ojos de caracol (raza Gran). Irónicamente el Hutt usaba camisa beige, igual al color del piel de la babosa.
Más o menos, la apariencia de la señora.
Exactamente, la apariencia del señor
Lo primero que hice fue molestarme/ladillarme y reclamárselo a mi madre, me hice el niño inmaduro y malcriado y la fastidié. A la final fuimos a una farmacia a una cuadra, compramos unas cosas y escuché el ringtones de un señor de cuarenta años, desgraciadamente de su teléfono se escuchó una canción de reguetón, cosa que, me decepcionó y me hizo pensar lo degenerado que era aquel tipo. Después del incidente, salimos del local y dejamos las cosas en el carro. Había una solución, ir a la casa de una tiabuela y comer espagueti con atún mientras pasaba el tiempo, porque teníamos a quince personas por delante (acuérdate que mi hermana hizo la cita antes de llegar al hospital y pasaron doce personas). Pero la putísima y bruta secretaria le había dicho que una hora (coño, ojala que esa tipa no estudie ingeniería, porque la cagó con los números, no esperamos una hora, ESPERAMOS CUATRO) y mi madre con la ingenuidad del mundo le creyó, yo no lo creí y me cagué en todo porque sabía que se iba a tardar más.
Cuando llegamos de nuevo al hospital, me di cuenta que seguían los alienígenas y me dí cuenta de la presencia de un tipo que jugaba gameboy, si no fuese por la cantidad de personas y porque no tenía oportunidades de escapar, se lo hubiera quitado de un rodillazo en su cara a lo Muay Thai. Lo peor de todo es que, confiado en mi resistencia humana no llevé ninguna novela, porque fui con la esperanza de que iba a ser rápido, mi intuición es una completa mierda y sé que me odia.
Entonces, la impaciencia me abordó, a mí y a mi madre y nos fuimos a la cafetería de un hospital al lado de la clínica, yo me bebí una coca-cola mientras mi mamá llamaba a mi hermana para reunirse y matar el tiempo, estaba enfadado conmigo mismo pero debía aceptarlo, recuerdo que correspondiendo con mi inmadurez absoluta empecé a maldecir a la gente a mi alrededor, como un juego: ‘‘maldito, te maldigo, maldito seas’’ y demás blasfemias para consolarme.
Mi hermana llegó y cotillearon, como no tenía más que hacer y la conversación estaba interesante, empecé a prestar atención, da igual, estos detalles no te interesan. Salimos del lugar y comimos parrilla, particularmente comí bastante y me di cuenta que adopté una mala costumbre, la de chuparme los dedos inconcientemente.
Salimos y pampampam, eran las dos de la tarde cuando llegamos de nuevo a la clínica, estaba optimista porque a eso de un cuarto para las una me dijeron que faltaban nueve personas y como ya eran las dos, imagínense mi emoción, pero cuando llegué, ¡FALTABAN CINCO HIJOS DE PUTA POR DELANTE! Lo que es peor, tuve que esperar y para ello yo me tuve que resignar a sentarme en su puesto y a leer una revista de chicas: Vanidades.
La lectura era aburrida, pero me enteré de cosas curiosas, como que por ejemplo Emma Watson es una malcriada y no la Hermione Granger santa que todos creen, sólo es actuación; o que Lindsay Lohan siempre que posa hace el signo de Peace & Love. Datos que no me interesan para nada, pero pasé un buen rato escudriñando las hojas de dos revisas.
A la final, pasé a la consulta yo solo, me atendieron, salí y tras quedarme más o menos media hora en la casa de mi tiabuela, me dispuse a coger camino a mi casa, el camino fue largo, no por la distancia, sino por la cola, horda de carros que en las manos de conductores impacientes y vulgares hacían enfadar a cualquiera.
Cuando llegué a mi casa, fui con la esperanza de hacer un nuevo artículo y expresar lo que ahora estás leyendo, pero para colmo no tenía Internet, por lo que la mitad de este artículo lo escribí mientras esperaba un hilo de esperanza, volvió y ahora posteo esto. ¡Qué felicidad!
Conclusión:
- La espera tuvo un lado positivo, tuve ideas para nuevos artículos que más tarde verán, así que siempre habrá algo de lo que hablar. Esto es todo.
- Tener que esperar más de una hora apesta, no tengo paciencia para este tipo de cosas. Y espero que tú, si eres un lector dedicado no te pase lo que a mí, sin embargo, si no te gusta el contenido de este blog, te deseo lo peor y ruego que no sean ni cuatro horas, que sean ocho o mejor aún, dieciséis.
Paz y amor. ~Ace
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